Al final, el azul. Mezclado con luna de plata, imitada por una farola
blanca (para estar en un aparcamiento no está mal, me sirve). Hace brillar tu
piel un poco de manera especial, sólo una línea fina fina de luz entre tu
hombro y la realidad (¿será esto el surrealismo? Si es así, ahora lo entiendo
todo) Y entonces se me ocurre, y no quiero olvidarlo, así que alargo el brazo y
escribo en el vaho de la ventanilla: tienes la osa mayor pintada en los
lunares. No se entiende porque hay muchas gotas de agua de por medio, y a lo
mejor estás mirando a otro lado de reojo.
Desnuditos y a la par, como dos olas del mar.
Desnuditos y a la par, como dos olas del mar.
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