domingo, 12 de enero de 2014

La línea de la Luna.



Al final, el azul. Mezclado con luna de plata, imitada por una farola blanca (para estar en un aparcamiento no está mal, me sirve). Hace brillar tu piel un poco de manera especial, sólo una línea fina fina de luz entre tu hombro y la realidad (¿será esto el surrealismo? Si es así, ahora lo entiendo todo) Y entonces se me ocurre, y no quiero olvidarlo, así que alargo el brazo y escribo en el vaho de la ventanilla: tienes la osa mayor pintada en los lunares. No se entiende porque hay muchas gotas de agua de por medio, y a lo mejor estás mirando a otro lado de reojo.
Desnuditos y a la par, como dos olas del mar.

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